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viernes, 30 de agosto de 2013

Danza de los Diablos Arlequines

La danza se practicaba generalmente en las fiestas religiosas y populares, en especial la del Corpus Christi, en los pueblos de Bolívar, Magdalena y César, donde los diablos bailaban con espuelas y sonajeros, acompañando las procesiones religiosas pero no les era permitido entrar en las iglesias. 

Posteriormente llegaron a “prender el fuego” en el Carnaval de Barranquilla. 

Esta danza tiene influencia de la España Medieval e inicia una marcha de idas y venidas sonando los cascabeles y las espuelas; los danzantes brincan cruzando las piernas e invirtiendo los brazos hacia atrás, hacen malabares sobre botellas sin derribarlas y lanzan llamaradas de fuego a larga distancia. 

Llevan sombrero amplio, el rostro pintado, castañuelas o sonajeros, espuelas o cuchillos en los zapatos, medias altas y zapatos planos del mismo color tipo babuchas.

Al lanzar llamaradas se acelera la música para estimular a los danzantes a saltar y lanzar grandes ráfagas de fuego por la boca. 

Los movimientos del cuerpo son frenéticos y el gesto desafiante de escupir la llamarada hacia el cielo retando a la figura simbólica de Dios. 

El bailarín se recalcará más en cuanto mayor distancia alcance su bocanada de candela. 

Después de esto, es común que liquiden el rito con un verso amenazador y una risotada estridente, desvergonzada y burlona. 

El ritmo que acompaña esta danza es la puya tradicional.

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