Es una danza con marcada influencia africana que recoge el sentir de los pueblos apostados en las orillas del Canal del Dique, entre los departamentos de Atlántico y Bolívar, lugar en el que tiene un enorme arraigo.
Es una de las expresiones ancestrales que llegó hace muchos años al Carnaval de Barranquilla, gracias a los grupos de pueblos como Santa Lucía, Arenales, Malagana, Soplaviento, entre otros, que decidieron mostrar más allá de las plazas y calles de sus municipios la riqueza de su folclor.
La coreografía de esta danza es una burla de los esclavos negros hacia los amos. Los hombres llevan el torso descubierto y el rostro marcado con pintura negra.
Además la boca y la lengua son realzadas con colorante rojo. Generalmente tienen sombreros adornados con flores o papeles de diferentes colores, collares y un bastón.
Cuando bailan suelen hacer muecas divertidas y exageradas con su rostro.
Tradicionalmente era interpretada por hombres y uno de ellos hacia las veces de mujer, quien era llamada Guillermina.
Al momento de la danza, el movimiento se caracteriza por ser fuerte y rápido, propio de la herencia africana, el de los hombres se asemeja a convulsiones con expresiones de rígidas mientras las mujeres mueven las caderas.
El ritmo que acompaña esta danza es el son de negro.
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